El sol ilumina a todo por igual sin juzgar, sin pensar que eres merecedor o no, si hiciste lo correcto, si eres bueno o malo, si dijiste la verdad, o mentiste, si asesinaste o hiciste el bien a los demás, o si simplemente no hiciste nada.
El sol solo ilumina, porque tiene una cualidad tremenda que nos brinda la vida a todos sin discriminarnos. La única condición que necesita es que existas.
Y he allí, la inocencia.
Esta fórmula nos ayuda a confiar en que todo está bien, que todo es como debe ser, a fortalecer el discernimiento para conectarnos con nuestro saber interior, a ir mas allá de la desilusión, a recuperar nuestra inocencia original, a tranquilizarnos, agradecer más la dicha de vivir, a ser de nuevo un niño, y a purificarnos de todo lo que nos impide serlo.