
Esta fórmula nos habla de la necesidad de expandir nuestra visión espiritual por encima de la material, desenfocar de la vida cotidiana para enfocar en lo que la contiene: la vida espiritual. No solo ver los 30 grados que nos permite nuestra visión física, sino liberar nuestros ojos de la esclavitud terrenal y ver los 360 grados en horizontal, en vertical, en diagonal y en todas las dimensiones posibles.